Iba
caminando hacía mi casa, en cuestión de segundos una moto se detuvo a mi lado,
solo recuerdo haber visto cuando este hombre con casco y chaqueta negra,
levanto la mano y me pego una nalgada con la mano abierta, se dio a la fuga a
toda velocidad en su moto, aún sin comprender lo que había pasado y temblando
de miedo y rabia solo alcance a decirle unas “palabras de alivio”: estúpido,
imbécil, atrevido, aunque deseaba con todo mi ser que se accidentara en la moto
o tenerlo cerca para pegarle yo también.
Estoy
segura de que juntas podríamos compartir muchas otras agresiones callejeras, en
los bares, discos o en la propia familia, recuerdo en una ocasión con una amiga
cuando vi que su tío político la abrazaba en forma de saludo, yo percibí ese
abrazo morboso, demasiado cercano hasta sexualizado, me pareció ver un roce de
las manos del “Tío” a sus chichas, después le pregunté a mi amiga:
¿Cómo sentiste ese
abrazo?
Ella: No me gusto
para nada
Yo: ¿Qué sentiste?
Ella: Que me toco
las chichas, ya antes lo había sentido pero, no quiero causar incomodidades con
mi Tía, pero él (Tío) siempre es así.
¿Cómo identificar
el acoso?
En
el primer relato es más que evidente que hablamos de una agresión sexual, pero
en el segundo el acoso y la violencia hacia nuestros cuerpos y libertad sexual,
se encuentra disfrazada de caballerosidad, amabilidad y hasta amor, por lo que
en nuestras cabezas se crea un conflicto ¿será que me toco o seré yo que lo
estoy imaginando? Por nuestro aprendizaje social como mujeres, esa voz interna
que nos alerta que algo no está bien ha sido enseñada a ser callada, ya que
tiene una conexión directa con nuestro cuerpo, el que ha sido puesto a la
disposición de los demás y desconexión con nosotras mismas.
Sumado
a que no queremos causar conflictos y malos entendidos. En las relaciones de
violencia se me hace sorprendente como el sistema machista funciona tan bien, que
siendo nosotras víctimas de esas agresiones, nos auto culpamos y evidenciarlo o pensarlo nos hace sentir hasta "malas".
¡Derecho a decir No
y a defendernos!
Ante
una agresión callejera o en otro espacio tenemos estás opciones
- Callarnos
- Ignorar, como si no ha pasado nada
- Defendernos
Para
elevar mi voz ante una agresión fue un proceso lento, quizás años atrás con el
tipo que me agredió en la moto, no hubiera alcanzado a putearlo, la rabia y la
indignación pudo haber sido aún mayor ante mi silencio.
Tu
voz es una arma de defensa de tu cuerpo, que no nos han enseñado a utilizar, el
“calladita te ves más bonita” o las buenas mujeres no son gritonas hablan
siempre de forma dulce y tierna, en cambio la voz masculina es estimulada a ser
fuerte y agresiva los gritos son siempre las formas más comunes de violencia
hacia las mujeres y la niñez.
En
el Wendo que son técnicas de defensa personal para mujeres, te enseñan que es
importante aprender a utilizar la voz, con ejercicios prácticos es sorprendente
ver que muchas mujeres no podemos gritar, nuestra voz viene de la garganta no
desde el estómago con fuerza como la de algunos hombres.
Ante
una agresión gritar fuerte pone en alerta tu cuerpo que se prepara para
defenderte, es importante que identifiques tu espacio de seguridad, es decir la
distancia con los demás, las fronteras para el contacto físico, una vez que alguien
pasa esa línea tú alarma se activará. Volviendo al tema de la voz, es
recomendable que identifiques palabras o frases cortas que te permitan
reaccionar rápidamente mis favoritas son:
- “No jodás”
- “Ya”
- “Fuera”
- “Dejá”
Este
grito de “guerrera” debe ir acompañado de un lenguaje corporal firme y seguro,
siempre con un pie delante y yo le agrego mi mirada de “negra arrecha”. Nuestro
cuerpo debe proyectar lo que nuestra voz dice.
La
mujer que se defiende, siempre es criticada, sí esa mujer es feminista es más
cuestionada por aquello de: ¡Y entonces como es que están contra la violencia y
hacen lo mismo!, defenderse siempre es un derecho con todas las herramientas
posibles, la más importante la inteligencia posteriormente con tu propio
cuerpo, reivindico también el derecho a la rabia y a la agresividad ante
situaciones de acoso y violencia.
El empoderamiento femenino es el mecanismo de autodefensa más eficaz que puede utilizar una mujer. Saludos, buen articulo.
ResponderEliminarDe jovencita sufri varias veces el acoso de hombres asquerosos, esos que se arriman, que pasan y te nalguean o te dicen obsenidades, hasta que me harte y dije nunca mas!, ahora si un inmbecil se atreve siquiera a decirme una barbajeneria sale de mi un moustro que imagino doy miedo ya que uno que otro ha salido hasta corriendo y varios han tenido que agachar la mirada ante una reaccion que no esperaban, no me molestan las miradas y los piropos, pero todo tiene un limite y nadie, absolutamente nadie tiene derecho a tocar sin autorizacion. Claudia
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