sábado, 21 de enero de 2017

Las matan porque no se dan su lugar

"Las matan porque no se dan su lugar.."

Por: Oralia González Sobalvarro

En la madrugada del ocho de enero el año nuevo dejó de ser próspero y feliz (si es que alguna vez lo ha sido para las mujeres en Nicaragua), la sangre de nuestra hermana Yesenia Montenegro, de 24 años de edad, era derramada en una gasolinera de Matagalpa y todas morimos un poco con ella, muere nuestro derecho a la seguridad, a la felicidad y la vida. El femicida y pareja de Yesenia, aprendió bien de una sociedad machista que le enseñó que podía controlar la vida y el cuerpo de las mujeres.

El femicidio es la consecuencia más extrema y sangrienta de la violencia hacia las mujeres, es el resultado de la suma de varios hechos violentos, "imperceptibles", lentos, envueltos en control, celos, chantajes emocionales, agresiones físicas y psicológicas todo ello envuelto en el supuesto amor que los agresores dicen tener hacía sus víctimas en el caso de los femicidios íntimos.

El femicida alega que fue un accidente que el arma se le disparo, esto ante la abudancia de pruebas.
Siendo una muerte tan violenta y evidente, se podría pensar que un hecho como este tocaría la sensibilidad y daría lugar cuando menos a la reflexión y posturas éticas y políticas contra la violencia hacia las mujeres, sin embargo, hay varios comentarios que he escuchado en las calles, taxis y parques: "Las matan porque no se dan su lugar" "¿Que hacía una mujer a esas horas de la madrugada en una gasolinera, porque no estaba cuidando a su hijo?" "¿Porque no huyo antes de esa relación?" "¿Porqué trabajaba en un casino?" y en una ocasión escuche a dos mujeres reírse cuando un taxista contaba como fue que mataron a Yesenia.

El machismo y la violencia tienen raíces tan profundas en nuestros procesos de aprendizajes y percepciones sobre las relaciones entre hombres y mujeres, que se ve como normal, se naturaliza y se justifica la muerte violenta de una mujer, por considerar que se lo merecía, que rompió la norma "quién la manda a andar a esas horas de la noche" el lugar de la mujer debería de ser estar en la casa y cuidando los hijos.

El sistema machista funciona tan bien que, se atribuye la responsabilidad de salir de una relación de violencia únicamente a las víctimas, desde niñas hemos recibido aprendizajes sumisos y pasivos respecto a nuestra relaciones con los hombres: "el amor todo lo puede" "quizás cambié, tené paciencia" "hacélo por tus hijos" "tené fé Dios solo él lo puede cambiar", somos las sacrificadas, las aguantadoras, las amantes sufridas del cuento, sobre las que pesa la "unidad familiar" y luego se espera que ante relaciones de violencia podamos reaccionar de forma determinante, valiente y terminamos siendo las responsables de nuestras propias muertes, violaciones y opresiones.

Responsabilizar únicamente a las víctimas, nos aleja de develar todos los actores sociales que intervienen y sostienen la violencia hacia las mujeres y a no identificar a los responsables, a los agresores- femicidas y a las instituciones sociales como: la familia, la escuela, los medios de comunicación, las instituciones religiosas y estatales que interactuan para reproducir la violencia.

Con un hecho tan extremo como el femicidio, se sigue considerando la violencia hacia las mujeres como normal y natural, aún es un invisible social, el primer paso para comenzar a cambiar y transformar una realidad es reconocer que tenemos un problema, eso aún no sucede en Nicaragua y esto que hablamos de la muerte violenta de una mujer, aún más invisible y naturalizada es la violencia psicológica, física y la violencia sexual.

Por ejemplo: Sí se tiene claro que los accidentes de tránsito es un problema grave y los medios de comunicación cada vez que presentan una noticia de accidente, hacen un llamado a la prevención, a respetar las señales de tránsito, porque la vida importa, pero no es así con la violencia hacia las mujeres, no hay un llamado contra la violencia, para los medios de comunicación la violencia hacia las mujeres es invisible.

La violencia es invisible y natural aún para el Estado, quién recibió la denuncia de Yesenia a través de la Policía Nacional y no actuó previamente aplicando medidas precautelares, en donde se pudo haber retirado el arma de fuego que portaba el agresor, y así cumplir con su obligación legal de proteger y garantizar la vida de Yesenia, esta muerte hoy pesa también sobre el Estado de Nicaragua, indolente, ineficienciente y también femicida.

Quizás sería oportuno preguntarnos: ¿Que grado de responsabilidad tengo yo en mi rol de empleador, colega de trabajo, amiga o familiar en perpetuar, hacer invisible y naturalizar la violencia hacia las mujeres?

Desde acá extiendo un llamado a la acción, la indignación, la rabia y tomar postura contra la violencia hacia las mujeres, participando de forma activa en los plantones que estamos organizando para demandar justicia por el femicidio de Yesenia Montenegro, el próximo lunes 23 de enero del 2017, a las 8 de la mañana, en las afueras del Complejo Judicial será el segundo plantón.

Esperamos que el gremio de taxistas se pronuncie repudiando al femicida, la Secretaria de Transporte y las Cooperativas tomen posturas y las personas en los Barrios y no seamos solamente las feministas organizadas elevando nuestras voces contra la violencia. Es hora de actuar!

 



 
 

 


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